Peter Dubovsky, la tragedia de su muerte y la tragedia del Real Oviedo
No recuerdo exactamente donde estaba hace 12 años cuando me enteré de la noticia de la muerte de Peter Dubovsky, pero sí recuerdo perfectamente la sensación de incertidumbre y extrañeza que me quedó, y como a mí, igual que a todos. Es más, no sé si entonces me creía lo que contaban o no. De haber sido hoy día y de haber llegado por los medios que llegan estas noticias, estoy seguro que no lo habría hecho.
El futbolista eslovaco Peter Dubovsky falleció tal día como hoy, un 23 de junio, pero del año 2000. Doce años después, todavía muchos no saben qué pasó realmente en aquella cascada de Tailandia, si fue una caída, un salto a una poza mal medido, o que diablos pasó. Sea como fuere, Dubovsky se dejó allí la vida, en sus vacaciones.
Dubovsky fue uno de esos fichajes extraños que hizo el Real Madrid, presidido por Ramón Mendoza por entonces, para hacer frente al Barcelona que dominaba la liga a principios de los 90, el Dream Team de Johan Cruyff. El eslovaco llegó a la casa blanca en 1993, con sólo 21 años y con el cartel de ser el mejor futbolista de su país, e incluso por haber vestido la camiseta de la selección de Checoslovaquia, antes de que el país se escindiera en dos.
Pero al igual que Spasic o Ricardo Rocha o Prosinecki, Dubovsky no cuajó en el Real Madrid. El primer año jugó bastante, pero no marcó goles, y eso para un delantero no podía ser. Así, al año siguiente, con Valdano en el banquillo, el eslovaco pasó una temporada casi en blanco, y al final se decidió traspasarle al Real Oviedo, que pagó mucho menos que los 700 millones de las antiguas pesetas que pagaron los blancos al Slovan de Bratislava.
Y fue allí en el Oviedo, durante 5 años, donde Dubovsky demostró lo que tenía dentro. Seguía siendo un delantero con poco gol, pero tenía calidad, regate, buen toque de balón con la zurda, tiraba bien las faltas … Era un jugador frío pero con carisma, de los que enganchaba al público, y así tardó muy poco en ganarse el cariño de la gente que iba al Carlos Tartiere. Por eso, en Oviedo se le lloró mucho.
La muerte del futbolista, y en las condiciones en las que se dio, supuso un fuerte golpe para el Real Oviedo. La tragedia se completó con el descenso del equipo al año siguiente. Su compañero Iván Ania era un buen ejemplo de lo que había afectado esta muerte al equipo y a algunos jugadores. Pasó de ser uno de los talentos de la cantera oventese, internacional en categorías inferiores, a deambular por varios equipos de España sin suerte alguna. Fue un jugador antes y después de aquel verano fue otro.
Desde entonces, el Oviedo no ha vuelto a Primera División y por ahora sigue deambulando en Segunda División B. Evidentemente, los problemas del equipo asturiano a partir de ahí fueron otros, pero es inevitable pensar lo que cambiaron las cosas en el Real Oviedo aquel verano del 2000, cuando a miles de kilómetros de Asturias, un eslovaco perdia la vida durante sus vacaciones.