Europa League 2013-2014: Sevilla campeón tras ganar a Benfica en los penaltis
Puede que el espíritu de Bela Guttman se despertarse tarde o andase despistado, puede que el espíritu de Eusebio estuviera contrarrestando el efecto, o simplemente, puede que fuera más cruel de lo que pensamos. El caso es que la maldición sigue en pie y el Benfica volvió a perder una final de competición europea, la octava desde las famosas palabras del entrenador húngaro.
Y bien que nos alegramos de que así sea, en este caso, porque el gran beneficiado es el Sevilla. Un Sevilla que llegaba a esta Europa League de 2013-2014 de rebote, tras la decisión de la UEFA que dejaba al Málaga fuera de competiciones europeas, y que va a salir campeón de la misma. Un título merecido, fuera de toda duda, después de tantos meses de competición y tantos partidos de por medio.
El último, la final, fue un encuentro poco vistoso, de pocas ocasiones. No se puede negar que los equipos contendientes pusieron toda la carne en el asador, que ninguno de los jugadores tembló a la hora de jugarse el físico en un balón dividido, que hasta hubo momentos en los que perdieron el miedo y se rompió el partido, pero el partido era de 0-0 y en 0-0 terminó.
Si bien hubo oportunidades para los dos bandos, cualquiera que tuviera algo de entendimiento futbolero sabía que ese partido no se iba a mover de las tablas y que iba a la prórroga. En los 30 de prolongación, la tónica fue la misma que durante los 90 reglamentarios, es decir, algún que otro susto sobre alguna portería, pero nada que evitara que el título se decidiera desde el punto de penalty.
Aquel que inventó que los partidos empatados se resolvieran de este modo, no pensó nada más que en el espectáculo, y no en el sufrimiento del aficionado. Los hinchas que copaban los fondos del Juventus Stadium y los que seguían el partido desde casa no podían pasarlo peor cuando el lanzador de cada equipo se aproximaba al punto fatídico. Al final, las lágrimas de tristeza se iban a derramar en Lisboa.
Un portugués, un lisboeta, curiosamente, iba a ser el verdugo del Benfica: Beto. El guardameta del Sevilla desvió los lanzamientos del paraguayo Cardozo y del español Rodrigo, mientras sus compañeros no fallaban ninguno. Al cuarto lanzamiento, Kevin Gameiro entraba en la historia sevillista, anotando el penalty de la tercera Europa League y desatando la euforia de la sevillanía en Turín y en la capital andaluza.