Liga de Campeones 2012-2013: el Bayern, rey de Europa
Uno de los protagonistas de la previa de la final de la Liga de Campeones había sido Arjen Robben, y es que el jugador holandés del Bayern Munich no podía quitarse el sambenito de gafe tras haber perdido las 6 finales de diferentes títulos que había jugado hasta ahora. Pero una de las cosas que hace grande al fútbol es que rompe tópicos y estadísticas, y hoy el propio Robben ha sido el causante de acabar con su mala fortuna.
Cosa que nadie diría después de que en la primera mitad los fallos de Robben ante Weidenfeller fueran la causa de que no viéramos goles. Eso y Manuel Neuer. El portero de los bávaros fue de lo mejorcito durante los primeros minutos y salvó a su equipo en varias ocasiones. El Borussia Dortmund había salido mejor a la fnal que su rival y fue superior hasta el minuto 25.
Pero el planteamiento de Klopp hizo aguas pronto. A la media de hora de juego, el nivel de presión empezó a bajar y el Bayern empezó a crecer al ritmo que crecía Javi Martínez en la medular. Al Bayern le costaba construir desde lejos, pero cuando el navarro robaba, que vaya si robó balones, las transiciones eran muy veloces y ahí sí hacían sufrir a una defensa del Borussia que hoy se ha mostrado débil, con Hummels, su líder, retratado en varias ocasiones.
El Bayern encontró el camino pero, como dijimos antes, los fallos de Robben nos dejaron sin gol. En cambio, en la segunda mitad, al holandés se le dio mejor ser asistente en la jugada que iba a suponer el 1-0. Tras combinar con Ribery y colarse entre la defensa, Robben asistió a Mandzukic que sólo tenía que empujarla a gol. La alegría no duró mucho, eso sí, porque Dante aguó la fiesta.
El Borussia Dortmund iba a empatar de penalty, anotado por Gundogan, tras una patada de Dante a Reus dentro del área. La mayoría de los penaltis son innecesarios, pero este, por como fue y por el peligro que tenía la acción, se lleva la palma. Al menos Dante no vio la segunda amarilla, cosa que queda en el debe del colegiado que también perdonó la expulsión a Lewandowski por un pisotón a Boateng.
Así llegaba el partido a su desenlace, trágico desenlace para un Borussia al que la fortuna había acompañado en los minutos finales en anteriores eliminatorias. Quedaba tan sólo 1 minuto para que se cumplieran los 90, y Robben, que ya había fallado antes un gol cantado, se colaba entre Hummels y Subotic y batía a Weidefenller. La pelota entraba llorando, como ya lloraba el holandés sabiendo que iba a acabar con su maldición.
El pitido final nos dejó aún imágenes más fantásticas que el partido, que huelga decir ha sido de las mejores finales de Champions de los últimos tiempos. Deportividad absoluta y lecciones de saber ganar y saber perder, tanto en en el campo como en la grada. El Bayern levantaba su quinta Copa de Europa y su segundo título en una temporada de ensueño. Y anda que no deja alto el listón Heynckes.