Cinco minutos de locura colocan al Liverpool a las puertas de los cuartos
Corazón, fe, lucha, garra… son las características que atesoran Gerrard y compañía. Ante el Inter las volvieron a derrochar a manos llenas, con eso muchas veces no alcanza para conseguir el triunfo, pero esta noche si. Salían heridos por la derrota copera, y heridos son el doble de peligrosos, como las fieras.
Los hombres del cuestionado Benítez no demostraron muchos más argumentos futbolísticos, mostraron muy poca claridad de ideas a la hora de atacar un catenaccio como el que montó el Inter en Anfield. Los italianos son maestros en esas artes, pero los reds abusaron demasiado del pelotazo arriba en busca de alguna cabeza o alguna pierna que acertara a meter el cuero entre los tres palos, sobre todo con la entrada al campo de Crouch. Finalmente la encontró pero no era la forma más inteligente de hacerlo. Está claro que los hombres de Rafa Benítez no practican un fútbol tan vistoso como Manchester United o Arsenal, pero en las grandes citas europeas se crecen y son duros de roer.
Los locales salieron al campo hipermotivados, el ambiente de Anfield puede considerarse dopante, y encerraron en su área a los italianos, que a pesar de salir con dos delanteros, Ibrahimovic y Julio Cruz, apenas pasaban del medio campo. El empuje de Gerrard y la movilidad y rapidez de Torres eran los principales problemas con los que se topaban los interistas. Materazzi parecía una tortuga al lado del español y a la media hora era expulsado por doble cartulina amarilla al cometer sendas faltas sobre el jugador madrileño.
Si ya estaban encerrados en su área, ahora, con uno menos, practicamente estaban debajo del larguero los diez jugadores. Catenaccio puro y duro. El segundo tiempo fue un monólogo del Liverpool, con pocas ideas como ya dijimos. El muro italiano pudo caer en el minuto 60 si el árbitro ve unas manos clamorosas de Vieira dentro del área, pero no fue así.
El balón sobrevolaba una y otra vez el área del Inter, de un lado a otro, hasta que el minuto 85 el balón le cayó a Kuyt y abrió un boquete en la muralla, era el 1-0. No se conformaban con ese solitario gol y en el minuto 90 Gerrard, ¡qué jugador!, como corre, como pelea, como tira del equipo, como se parte el alma. Es un jugador todocampista, no hay parte del terreno del juego que no pise en un partido. Pues ese hombre, Gerrard, brujuleaba con un balón en el vértice del área, parecía que sería un centro más, pero no. Soltó un chut raso que se coló pegado al poste de Julio César. Este gol es medio pasaporte para cuartos. Un 2-0 es muy buena renta, obliga al Inter a ganar por 3-0, y si encaja algún gol…¡adiós!
Los otros partidos estuvieron más sosos. El Olympiakos y el Chelsea empataron sin goles en un partido bastante aburrido. El entrenador del Chelsea, Avran Grant, lo debía de tener muy claro porque dejó en el banquillo a Lampard, Terry, Anelka y Kalou. Este equipo no es lo mismo desde que no está Mourinho, si el equipo no daba juego, pues ya estaba él para entretenernos, ahora ni eso.
Por su parte el Schalke 04 venció por 1-0 al Oporto gracias a un tempranero gol de Kuranyi (minuto 4). El primer tiempo fue dominado por los alemanes que perdieron la ocasión de marcar más goles ante un Oporto muy flojo. En el segundo tiempo mejoraron los portugueses pero no se movió el marcador. Queda todo por decidir en tierras lusas.
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