Continuará la polémica
Dinara Safina seguirá siendo número 1 del mundo sin haber conquistado ningún título de Grand Slam. Este año llegó a Roland Garros imparable con ganas de zanjar la polémica de si es merecedora o no de su puesto. Sin embargo, Kuznetsova ha sabido manejar mejor los nervios de una gran final y se ha proclamado justa vencedora. Aun así, las dudas quedan disipadas: Safina es la número 1.
Una pista como la Philippe Chatrier con las gradas repletas de parisinos deseosos de contemplar tenis de altos vuelos pone nervioso a cualquiera. Prueba de ello ha sido la incapacidad de ambas rusas para mantener su servicio durante los primeros compases del partido. Los brazos totalmente encogidos y un número surrealista de dobles faltas. Miedo escénico. Estaba claro que la Copa de los Mosqueteros la alzaría quien mejor supiera dominarse a sí misma.
Kuznetsova también acusó los nervios de la situación, pero supo mantener la calma y reducir los errores no forzados a medida que avanzaba el encuentro. El saque de Safina fue la clave. “Sveta” se concentró en amedrentar a su compatriota atacándole su segundo servicio y no dejándola ganar profundidad en los golpes. Sabia decisión, Dinara Safina no paró de derrumbarse durante todo el encuentro, no estuvo a la altura y lo pagó caro.
Este es el segundo Grand Slam para Kuznetsova, ganadora del Abierto de Estados Unidos en 2004, y la segunda final de Grand Slam para Safina, el año pasado fue Ana Ivanovic quien le arrebató la gloria. Dos caras de la misma moneda. Cara o cruz. A veces se ganas, a veces se pierde.