Los frenos de disco en el ciclismo, a debate
En abril del año 2015, la UCI anunciaba que se abría las puertas al uso de los frenos de disco en competición. Durante el año 2015, algunos equipos World Tour podrían efectuar pruebas en algunas de sus biciletas en carreras concretas, y ya para el año 2016 todos los equipos tendrían esta posibilidad, con el fin de que para 2017 fuera ya de uso común entre todo el pelotón.
Con la introducción de los frenos de disco, se buscaba mejorar la seguridad
La UCI tomaba esta medida en pos de la innovación. Con esta novedad tecnológica, amén de ceder a la presión de los fabricantes, se tomaba una medida que servía de cara a la seguridad de los ciclistas, con un sistema de frenado mejor que los de zapata y que garantizaba menos riesgos de cara a situaciones complicadas, como en pisos mojados o en frenadas de emergencia.
Ya desde el primer momento, salieron voces que ponían en duda los beneficios de este nuevo sistema de frenado. Se hablaba de que, mientras los ciclistas se adaptaban y no a él, suponían cierto peligro. También podía suponer un problema el que unos ciclistas lo llevasen y otros nos, el que unos frenaran a un tiempo y una distancia y otros diferente, lo que podría provocar caídas en los pelotones. Para los mecánicos, también suponía un problema porque ya no iban a poder cambiar ruedas con la rapidez que lo hacen en la actualidad tras un pinchazo.
Pero el verdadero peligro se encontraba en el diseño propio del freno. En una montonera, el disco podía suponer un elemento de peligro ya que podría producir cortes o incluso quemaduras, ya que el disco se calienta. La UCI sopesó estos riesgos en su momento pero creyó que eran mínimos, a la altura de las heridas que se pueden producir con otros elementos de la bicicleta cuando se producen ese tipo de caídas.
Sin embargo, parece que el riesgo es mucho mayor de lo estimado. Durante la pasada Paris – Roubaix, el ciclista español Fran Ventoso tuvo que abandonar la carrera tras una caída en la que se hizo unos enormes cortes en la pierna, cortes provocados por un freno de disco, según sus declaraciones. Y al parecer no fue el único, ya que también el belga Nikolas Maes acabó en la enfermería con cortes, alegando igualmente que habían sido producidos por un freno de disco.
Fueron sólo dos casos de entre las muchas caídas que se dan durante esta dura carrera por terreno francés y que acaban con heridas semejantes. Pero el tema es que sólo dieciséis ciclistas habían montado los frenos de disco, de un pelotón de casi doscientos ciclistas. Como el propio Fran Ventoso pregunta en una carta que ha publicado, ¿qué podría pasar en una caída en la que todo el pelotón llévase estos frenos?, tal y como se espera que sea en 2017.
La UCI ha dado marcha atrás y de momento no habrá más pruebas
Ante la noticia, la UCI ha estado presta a cerrar el debate sobre la conveniencia o no del uso de esta nueva tecnología en el ciclismo en ruta de competición. Y lo ha hecho de cuajo, suspendiendo todas las pruebas previstas hasta próximo aviso. La UCI accede así a la petición de la Asociación de Ciclistas Profesionales, que hasta ahora nunca se había pronunciado oficialmente ni a favor ni en contra, a expensas de ver las reacciones de los fabricantes.
Los frenos de disco son una gran innovación y en deportes como el ciclocross han supuesto una fantástica noticia su implementación en cuanto a la mejora de seguridad. Pero parece ser que en el ciclismo en carretera, con esos pelotones agrupados y las habituales montoneras, de momento no tienen sitio ante el riesgo que pueden suponer. Dado que es el espacio en el que las marcas tienen mayor interés, pues es su mayor escaparate, tenemos debate para largo.
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