Gabi Milito se despide del fútbol
En verano de 2003, el Real Madrid fichaba a un jugador que nunca iba a vestir la camiseta blanca. Era argentino, se llamaba Gabriel Milito y los servicios médicos del equipo madridista habían desaconsejado su incorporación en el último instante, al descubrir que el futbolista no estaba del todo recuperado de una lesión de rodilla y que iba a ser una mala inversión.
Los médicos del Real Madrid acertaron en parte, porque Milito iba a sufrir esos problemas en la rodilla que ellos aventuraron, pero eso sí, cinco años más tarde. Mientras tanto, Milito jugó para el Real Zaragoza y se convirtió en el líder de la zaga del equipo maño y también de la zaga de la selección argentina. Por eso, el Barcelona desembolsó alrededor de 18 millones de euros por su fichaje.
Fue ahí, de azulgrana, cuando Milito se lesionó. Al término de su primera temporada en el Barça, en el mes de mayo, Milito se rompía. La lesión lo iba a mantener k.o. durante toda la temporada siguiente, y no le iba a permitir jugar mucho en los dos siguientes años. Cumplido su papel, el jugador obtenía la carta de libertad en 2011 y ponía rumbo a Independiente, a casa.
El Rojo de Avellaneda, el equipo con el que debutó, iba a ser también el equipo con el que jugara este jugador su último partido. El Mariscal, tal y como lo llamaban en Argentina, se puso el brazalete de capitán y disputó sus últimos 22 partidos con el equipo de sus amores, el último de ellos, en junio del año 2012, en una lluviosa noche, como la de su homenaje.
Si Milito anunció entonces su retirada, ayer se ponía las botas por última vez, para que su hinchada lo despidiera con todos los honores en el Estadio Libertadores. No estuvo Messi, gran amigo, pero sí estuvieron otras estrellas como Verón, Forlán, Zanetti, Mascherano, Heinze y como no, su hermano Diego. Todos, con la Roja de Independiente, despidieron como se merece a un gran futbolista que ahora espera ser un gran entrenador, curtiéndose de momento en las inferiores del club argentino.