Historia de un naufragio en Dortmund
Aunque valiente, en busca de transiciones rápidas y la apertura de huecos en la zaga para aprovechar la conocida pegada blanca -ejemplificado en el gol de Ronaldo-, las deficiencias propias del sistema táctico eran un caramelo para un equipo tan eléctrico y vertical como el Borussia, que pronto acumulaba jugadores alrededor de las dos islas posicionales que eran los mediocentros visitantes.
Además, la ausencia de un elemento «escoba» tan importante como es Casemiro en el Real Madrid los laterales se veían obligados a adelantarse para cubrir los espacios de banda que no llegaban a abarcar el 8 y el 19, multiplicando las opciones en profundo del rival, algo observable en la siguiente imagen.
A pesar de que Bale tapa la línea de pase a la banda izquierda del Dortmund, Carvajal se ve obligado a adelantar su posición a la altura del medio campo. Gotze aprovecha ese espacio a la espalda del lateral y Modric tiene que permutar con el madrileño. Esto no solo permite una superioridad en busca del pase largo, sino que facilita además una línea de pase para Aubameyang, ya que el espacio entre Kroos y Modric es ahora mucho más largo mientras James solo se encarga de un marcaje individual.
Así, aunque tanto Gareth como Ronaldo bajaron más que en otras ocasiones, el cuadro de Renania cruzaba líneas con total facilidad ante la ausencia de un disruptor de juego tan importante como Casemiro. A pesar del dominio local, a Zizou le llegó el viento a favor con el gol de Ronaldo en el tipo de jugada por el que el técnico galo había apostado fervientemente al colocar a los 11 sobre el terreno de juego.
La momentánea victoria blanca sirvió de catalizador sobre las carencias posicionales defensivas de un Madrid cuya única opción ofensiva se limitaba al contragolpe a pocos toques, no por conveniencia u obviedad coyuntural debida al marcador sino que sin Casemiro, y aunque parezca inverosímil, el Madrid ataca peor.
El 4-3-3 se muestra en el papel como una línea de medios uniforme con los tres jugadores a la misma altura, pero a la hora de la verdad Casemiro siempre acaba descolgándose hacia la zaga, permitiendo no solo una menor implicación de los medios -especialmente Kroos- sino que escalona el centro de elaboración. Cuando el Madrid recupera la posesión en defensa siempre busca a un Casemiro que está cerca de la acción, permitiendo que el siguiente pase sea a un mediocentro que está más cerca del campo contrario que del área, lo que facilita y acelera la llegada a la portería rival.
En la siguiente imagen se aprecia como tras la recuperación de Varane los tres jugadores con más imaginación del Real están a 20 metros del centro del campo, dificultando no solo la ofensiva sino la salida del balón, algo que los de Tuchel aprovecharon para robar una y otra vez ante un Madrid que se ahogaba más y más.
Cuando el Real Madrid está herido saca ese empuje tan genético como el blanco de la camiseta que le permitió encerrar al Dortmund al inicio de la segunda parte. Vimos en esos minutos a un Real mucho más sólido atrás gracias al clásico 4-4-2 defensivo tan típico de Ancelotti dejando a Ronaldo y Benzema como puntas y James en banda izquierda, amén de un Varane que tras el gol se erigió como el mejor jugador de la noche en el lado visitante.
Con el gol del francés, Zidane actuó con premura y dio entrada a Kovacic para dar equilibrio y consolidar dos líneas de obstáculo para el Borussia, con el croata escorado a la izquierda y Kroos como eje central.
Asi, el Madrid cedió al empuje alemán dando la pelota a los de Tuchel y esperando salir a la contra gracias a una defensa posicional bastante sólida con un Bale treméndamente comprometido en banda izquierda. Aun así, Kovacic no es un MC defensivo y aunque tiene gran disposición para recorrer campo no tiene la intuición natural de guardar su posición.
Si bien es cierto que el gol de Schürrle llega en una acción que no tiene incidencia táctica más allá de los errores de marca en la defensa madridista, el cansancio en los mediocentros era ya patente debido al trabajo realizado y debemos admitir que el Borussia anduvo mereciendo algo más que una honrosa derrota desde el minuto uno.
Un empate en Renania entraba dentro de los planes, pero la facilidad con la que el rival hace frente al Madrid debe preocupar a un Zidane que ve cómo, sin su ancla brasileña, el barco no para de dar bandazos
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