Illa, illa, illa, Juanito Maravilla
Hoy merece la pena volver la vista atrás y recordar a uno de los mejores jugadores que han nacido en nuestro país, Juan Gómez «Juanito». Tal día como hoy hace 17 años, se produjo el accidente de tráfico que sesgó su vida, cuando viajaba en dirección Madrid-Mérida, donde entrenaba al equipo de la capital de Extremadura. Venía de ver al equipo de sus amores, el Real Madrid, en un partido frente al Torino correspondiente a la Copa de la UEFA.
Nacido en Fuengirola, dónde dio sus primeros pasos como jugador, firmó a los 18 años por el Atlético de Madrid, pero no llegó a jugar con el primer equipo. En Primera División vistió las camisetas del Real Burgos, el Real Madrid y el Club Deportivo Málaga, club en el que se retiró el día que el torero Curro Romero le cortó la coleta. Fue internacional con la selección española en 34 ocasiones. Juanito era un jugador tan talentoso como polémico. Un delantero rápido, hábil, que se dejaba la piel en cada partido como si fuera el último, y con un carácter complicado.
Con el Burgos consiguió el título de Segunda división y, obviamente, el ascenso, en el año 76. La temporada siguiente, su debut en primera, fue elegido mejor jugador del año por la Revista Don Balón, lo que valió para que Barça y Madrid se pelearan por él, fichando por el club de Chamartín por 27 millones de pesetas. Fue con la zamarra blanca con la que consiguió sus mayores logros. Juanito fue el 7 del Real Madrid durante diez años (de 1977 a 1987). Conquistó cinco Ligas (1978,1979,1980,1986,1987), las Copas del Rey de 1980 y 1982, dos Copas de la UEFA consecutivas en el 85 y 86, y la extinta Copa de la Liga de 1985. Además fue el pichichi de la temporada 83/84 con 17 goles. Tras su paso por el Málaga, dio sus últimas carreras en el modesto Los Boliches. Se sacó el carnet de entrenador y aceptó la oferta del Mérida para dirigirlo en Segunda división.
Pero tan famosos fueron sus éxitos como sus problemas tanto fuera como dentro del campo. Conocidos son sus enfrentamientos con Uli Stielike, la agresión al linier Prokov, también alemán, que le costó dos años de sanción en partidos europeos, o el pisotón a Mathäus, por el que le sancionaron durante 5 años. Inolvidable el botellazo que recibió en Belgrado, en un Yugoslavia-España, cuando Juanito se «mofó» a la grada de la eliminación de los balcánicos. Su afición a la fiesta y al toreo también le ocasionó algún que otro problema.
A pesar de su caracter, nadie pone en duda que Juanito fue un enorme jugador y su entrega en cada partido era máxima, lo que pronto lo convirtió en el ídolo de la afición blanca. Su muerte aquel 2 de abril de 1992, a sus 38 años, lo elevó a mito y emblema del madridismo, que nunca falla a su cita en el Bernabeú de elevar la voz en el minuto 7 para gritar «Illa illa illa Juanito Maravilla».
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