Manolo Preciado fallece a los 54 años tras sufrir un infarto
De piedra nos hemos quedado y de piedra seguimos todos los futboleros tras la noticia de esta mañana: Manolo Preciado ha fallecido. El entrenador, a sus 54 años, que fuera noticia también en el día de ayer tras confirmarse su fichaje por el Villarreal, ha sufrido un infarto esta misma noche y se ha marchado, dejando a mucha gente consternada y con el corazón roto.
Y es que Manolo Preciado era una persona de las que se hacía querer. Resulta difícil encontrar una mala palabra sobre él, un tipo honesto, de los que dicen las verdades a la cara, pero sencillo, cercano. Recuerdo que no hace mucho estuvo en mi ciudad, pasando unos días de descanso, y no paró de hacerse fotos y de firmar autógrafos con una sonrisa para todo el mundo. Y eso que aquí nunca había entrenado.
Preciado llegó al fútbol en los años 70. Jugó en el equipo de su tierra, el Racing de Santander, y también para el Alavés, el Ourense y la Gimnástica de Torrelavega. Curiosamente, y a pesar de sólo jugar un año en Vitoria, Preciado guardó tal recuerdo de allí que, cuando hizo falta, se convirtió en accionista del equipo durante una ampliación de capital, hace no muchos años.
Pese que fue un jugador bastante querido, el verdadero reconocimiento en este deporte le llegó como entrenador. Ha entrenado a numerosos equipos, pero sus mayores éxitos llegaron con el Levante, con un ascenso a Primera División, y con el Sporting de Gijón. Con el club asturiano hizo historia, pues llegó a dirigirlo durante más de 200 partidos para convertirse en el segundo entrenador con más partidos en la historia de este equipo.
Desde aquí, nuestro más sentido pésame a toda la familia de Manolo Preciado. Que sigan su ejemplo y hagan lo mismo que él dijo y ha hecho cuando la vida le golpeó una vez más, «mirar al cielo, crecer, y tirar adelante».