NBA: la liga despide a Neal Walk, uno de los grandes pívots de los setenta
Con una moneda al aire, así se decidía desde 1966 entre los peores equipos de cada conferencia quién elegía en primer lugar del draft. Este método rudimentario, que siguió en uso hasta 1985, ha dado como imaginarán muchos episodios para la historia, como por ejemplo el draft de 1969, en el que la moneda decidió que fueran los Bucks quienes disfrutarán del aterrizaje de Kareem Abdul Jabbar en la liga.
Pero Abdul Jabbar. del que tanto se puede contar, no es el protagonista ahora, sino el hombre que la moneda quiso que se fuera al peor equipo de la otra división: Neal Walk. Elegido por los Suns en el número 2 de ese draft, repasamos la curiosa carrera de Walk ahora que es noticia, desgraciadamente, por haber fallecido con tan sólo 67 años, en un 2015 en la que se han lucido demasiados lazos negros por muertes teóricamente prematuras.
Sin Abdul Jabbar, Walk era la mejor elección que podían haber hecho los Phoenix Suns. El pívot nacido en Cleveland fue el mejor jugador de los Gators de la Universidad de Florida en las tres temporadas que estuvo allí, promediando 20’8 puntos y 15’1 rebotes. De hecho, los Gators sólo han retirado un dorsal en toda su historia, el número 41 que lució Walk, primer jugador en la historia de la Universidad en ser incluido en el All American Team.
Pero, evidentemente, su impacto en la NBA a la sombra de Abdul Jabbar fue mucho menor que el de éste. Le costó hacerse con el puesto en los Suns, aunque al final llegó a firmar una temporada de 20 puntos y 12 rebotes de media y se asentó como el primer gran pívot en las primeras mejores temporadas del equipo. Fue traspasado a los Jazz, que todavía estaban en New Orleans, y luego a los Knicks, pero en ninguno de estos dos equipos llegó a parecerse al Walk que ya había dado lo mejor de sí.
Todavía tenía 28 años y mucho baloncesto por dar, así que decidió dar el salto a Europa. Jugó una temporada en Italia, en el Venezia, y otras tres temporadas en el Hapoel Ramat Gan de Israel, un país al que siempre quiso ir ya que era de religión judía. En este periplo europeo, donde realmente tampoco llegó a ser un jugador determinante, finalizaba su carrera como jugador profesional de baloncesto, aunque no del todo.
Walk iba a volver a jugar al baloncesto cumplidos los 40 años, eso sí, en silla de ruedas. Un día, el de Ohio no pudo levantarse de la cama y el motivo era un tumor en la columna vertebral. El tumor se le pudo extirpar y Walk pudo seguir con vida aunque impedido. Los Suns le ofrecieron un cargo dentro de su equipo ejecutivo y compaginó esta labor con la de seguir jugando al deporte que amaba pero desde una silla de ruedas.
Y lo cierto es que le fue bastante bien. Como jugador en silla de ruedas recibió bastantes galardones, entre ellos el de mejor deportista discapacitado que recibió de manos del presidente del país, por entonces George W. Bush. Iconizado como ejemplo de superación e incluido en el Hall of Fame del deporte judío, así fue la vida de este ex NBA que, como otros a lo largo de este fatídico 2015, nos ha dejado prematuramente.
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