Paul Gascoigne, la autodestrucción de un genio

Escrito por: Damian    25 febrero 2008    4 minutos

Otro más que cae. En realidad lleva mucho tiempo caído y nunca se ha podido levantar, el problema es que cada vez se hunde más. A sus 40 años ha sido detenido en aplicación de la ley de salud metal cerca de Newcastle, su ciudad natal, el pasado día 21 de febrero. Ahora se encuentra a tratamiento médico.

El genial y excéntrico centrocampista inglés es una víctima, otra más, del alcohol y los excesos que ha protagonizado a lo largo de su trayectoría profesional. La fama, el reconocimiento y el dinero acabaron por hundir al hombre en las miserias que nos rodean a diario. Fue un grande en el terreno de juego y pudo haberlo sido todavía más si su personalidad se lo hubiese permitido.

Debutó en el Newcastle en 1985 donde comenzó a desputar como la gran promesa del fútbol inglés. Era un jugador diferente al prototipo británico. No sólo era fuerte, rápido, potente y con carácter; además tenía el don de la improvisación y la genialidad, características más propias de jugadores latinos o sudamericanos. Todas ellas reunidas en un mismo jugador lo convertían en alguien especial.

Terry Venables, entrenador del Tottenham, no lo dudó y lo fichó en 1988. Con veinte años se convirtió en la referencia de los Spurs en el centro del campo y también en la selección inglesa. Era ya una estrella y disputó el Mundial de 1990 en Italia. Aquí dejó muestras de su innegable calidad y también de su inestable personalidad, que día a día se hacía más evidente. En las semifinales ante Alemania vio una tarjeta amarilla que le impediría disputar la final en caso de clasificarse la selección inglesa. Nada más verla se puso a llorar al ser consciente de la trascendencia de dicha cartulina. Fue su único mundial, para Estados Unidos 94 no se clasificó su país y fue excluído de Francia 98 por sus notorios problemas con el alcohol.

En 1991, disputando la final de la FA Cup ante el Nottingham Forest, sufrió una gravísima lesión en su rodilla derecha al entrar de forma violenta a un contrario. Había sido el artífice de la clasificación de los Spurs al marcar uno de los goles más importantes de su carrera al Arsenal en la semifinal. Esta lesión frenó su fichaje por la Lazio, fichaje que se concretó en 1992 al recuperarse de su lesión. «Gazza» pasó con más pena que gloria por el fútbol italiano. Su mala fama y sus excesos comenzaban a pasarle factura, lo que, además, repercutía en su salud con continuas lesiones que mermaban su rendimiento. En tres temporadas disputa poco más de 40 partidos y anota 6 goles.

En 1995 vuelve al Reino Unido al fichar por el Glasgow Rangers. Aquí, en un fútbol menos competitivo como el escocés, parece resurgir el genio. Realiza una gran primera temporada llevando al campeonato a su club, memorable su gol de sombrero al Aberdeen que le daba el título. Es elegido jugador del año y disputa la Eurocopa del 96, precisamente se jugaba en Inglaterra, donde rinde a buen nivel aunque son eliminados en semifinales ante Alemania. Fue su canto del cisne.

Ahora su cuesta abajo es en picado. En 1998 recala en el Middlesbrough donde sólo es recordado por haber estrellado el autobús del equipo al intentar hacer una gracia. Los cambios del club son constantes en el final de su carrera y se va al Everton en el 2000 y de allí al Burnley de la segunda división en 2002. Allí sólo disputa cuatro partidos y anuncia su retirada provisional.

Sus extravagancias continúan y en 2003 anuncia su fichaje por un club chino de segunda división, el Gansu Tianma, para finalizar en el Boston United como jugador-entrenador. Así fue la vida futbolística de este genio, llena de extravagancias, gamberradas, locuras y jugadas magníficas. Ahora sólo queda esperar que todavía exista algún resquicio de luz en su mente y consiga salir adelante. Otros han podido salir antes, esperemos que él también.

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