Stefan Schumacher, otro que se suma a la lista de ciclistas confesos
En el año 1998, una empresa de agua mineral alemana llamada Gerolsteiner entró en el mundo del ciclismo patrocinando a un equipo ciclista. Con el paso de los años, el que empezó siendo un equipo modesto llegó a la principal categoría del ciclismo y comenzó a cosechar éxitos grandes con ciclistas de poco renombre, lo que daba a sospechar que sus ciclistas tomaban algo más que agua mineral.
Uno de los ciclistas que más lució el maillot de Gerolsteiner en los podios fue Stefan Schumacher. El alemán llegó casi de la nada al Gerolsteiner en 2006, pero desde el primer día se convirtió en una estrella: etapas en el Giro y dos días de rosa, generales del Tour de Polonia y Tour del Benelux … Este palmarés no hizo más que aumentar en años sucesivos, hasta el año 2008 en el que llegó a vestir el maillot amarillo de líder del Tour.
Ese año 2008, Stefan Schumacher fue pillado tras dar positivo por EPO de última generación, la popular CERA. Junto a él caerían ese año otros dos compañeros de equipo más: Bernard Kohl, un austriaco que llegó a subirse al podio del Tour, y que más tarde confesó haberse dopado toda su vida, y Davide Rebellin, pillado en los Juegos Olímpicos. Gerolsteiner, evidentemente, huyó ese mismo año del mundo del ciclismo.
En su momento, Schumacher negó todo, cumplió su sanción e incluso volvió al ciclismo, enrolándose en equipos plagados de ilustres ex dopados como el Miche o el Christina Watches. Pero ahora, Schumacher ha decidido confesar. El alemán asegura que se dopó desde que en 2002 diera el salto al mundo profesional, y que el dopaje, textualmente, «era como comer pasta». Algo cotidiano en su vida.
En Alemania aseguran que la confesión llega tarde, muy tarde. Aún así, la Confederación de Deportes de su país invita amablemente a Schumacher, que reportó un bronce Mundial al país germano en 2007, a que siga hablando, a que declare y señale, y que ponga su granito de arena en esta inagotable y poco efectiva lucha contra el dopaje.