La crisis económica que atraviesa el fútbol español, junto a la crisis mundial que está afectando al bolsillo de todos, ha avivado en los últimos tiempos el debate acerca de los dispendios que realizan los clubes de nuestra Liga, clubes en su mayoría endeudados de los que el principal acreedor es la Hacienda pública. Esto ha llevado el debate a las tribunas políticas, donde el PSOE propondrá con el BNG limitar el gasto de los clubes en fichajes.
Curioso dato el que nos señalan desde Marca. El Real Madrid posee 72 títulos oficiales desde su fundación (31 Ligas, 17 Copas, 8 Supercopas de España, 1 Copa de la Liga, 9 Champions, 2 UEFA, 1 Supercopa de Europa y 3 Intercontinentales) y el Barcelona, con la victoria sobre el Sevilla de ayer, se coloca con 70 (20 Ligas, 25 Copas, 9 Supercopas de España, 1 Mundialito de Clubes, 3 Champions, 4 Recopas, 3 Copas de Feria, 3 Supercopas de Europa y 2 Copas de la Liga)
Ayer martes, justo tras recibir notificación de la concesión de la licencia UEFA que permitirá al Mallorca disputar competiciones europeas la próxima temporada, su presidente, Mateo Alemany, anunció lo que hace semanas que era un secreto a voces: el club se acogerá en los próximos días a un concurso de acreedores, la famosa Ley Concursal.
Es increíble cómo se ha puesto este Clausura en las últimas jornadas. De un panorama en el que Independiente y Godoy Cruz parecía que iban a dominar las últimas jornadas hemos pasado a otro en el que Estudiantes se presentaba como líder en solitario y favorito con un calendario mucho más favorable que el de Argentinos Jr, pero al final son éstos últimos quienes dependerán de sí mismos para hacerse con el Clausura en la última jornada.
En una jornada de sorpresas, los hasta hace poco líderes destacados de la competición, Godoy Cruz e Independiente de Avellaneda, han caído en la antepenúltima jornada de la competición, los primeros al perder ante Rosario Central, antepenúltimo clasificado con sólo 2 victorias en liga antes de este partido, mientras que Independiente cayó en su propio campo ante Boca Juniors, que no va a pelear por nada en este torneo, pero sí será con este resultado juez de la liga.
Tras acceder nuevamente a la presidencia del Real Madrid este pasado verano, Florentino Pérez anunció su intención de "hacer un esfuerzo para hacer en un año lo que tendríamos que hacer en tres" para hacer frente al Barcelona y recuperar "el prestigio perdido". Ahora, a falta de dos meses para el final de la liga, todo apunta a que el Madrid va a cerrar una nueva temporada en blanco y todas las miras apuntan hacia un culpable: Manuel Pellegrini.
Muchos añoramos los tiempos en que la liga española no era cosa de dos, cuando Deportivo, Valencia o Atlético de Madrid amenizaban nuestra liga disputando los títulos de tú a tú con Madrid y Barcelona, como en cualquiera de las ligas que ganaron, el famoso doblete del Atleti o el Centenariazo del Dépor en el Bernabéu. En aquella época, hubo una estrella que brilló con nombre propio, la del brasileño Djalminha.
Ayer fue el día en que al fin el lateral izquierdo del Deportivo, el brasileño Filipe Luis, comenzó a ver la luz al final del túnel al abandonar al fin el hospital USP Santa Teresa de A Coruña. Recibido a la salida por varios seguidores que le acogieron entre aplausos, Filipe concedió una rueda de prensa en la que se mostró optimista y confiado en poder recuperar un Filipe Luis incluso mejor del que ya hemos visto hasta ahora. Y es que no hay que olvidar que el brasileño tiene tan solo 24 años y se encuentra aún en el principio de su carrera. Pero el jugador siente que ha tenido suerte:
La noticia triste del fin de semana fue la importantísima lesión de Filipe Luis, que sufrió una fractura de peroné con luxación de tobillo en un choque fortuíto con Gorka Iraizoz, meta del Athletic de Bilbao. Tras 24 horas de conmoción, las reacciones han sido numerosas, desde las muestras de apoyo de varios ex-compañeros como Capdevila, De la Red o Arbeloa, hasta las del propio Iraizoz, Iker Casillas o el propio Real Madrid, que le mandó ánimos en un comunicado, un bonito gesto que ennoblece a la Casa Blanca.