Mucho tiempo ha pasado desde aquel año 2003 en el que Juan Carlos Ferrero era el mejor jugador del mundo a sus 23 años, triunfaba en Roland Garros y lograba el Masters de Madrid en octubre. Desde entonces, el jugador valenciano o bien bajó mucho sus prestaciones o la suerte le dio de lado, pero su juego no era el mismo, y aunque llegó a disputar seis finales, en ninguna logró ganar. Hasta ayer en Casablanca.