Que el público que asiste a un campo de fútbol no comparta la opinión del entrenador ante un cambio táctico o de un jugador y, en este escenario, el público le silbe o incluso como pasó el otro día en Mestalla en el partido contra el Leverkusen le llamen burro, por diversas razones sociológicas de este deporte son calificadas como “normales”. Que después el entrenador acierte con sus cambios, ganando, como le ocurrió también a Unai, es algo muy visto.